La Creencia en Dios. Observación de Nicaragua①

(La versión original de este articulo fue publicado en Revista Envío: http://www.envio.org.ni/articulo/5018)

Cuando uno piensa sobre la situación de un país, la cultura nunca debe dejarse de lado.

Según la definición de cultura que encontré en el diccionario de la Real Academia Española, no me parece exagerado decir que la cultura lo decide todo.

Ahí se define “cultura” como “el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico” y “el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”

La cultura decide nuestras acciones cotidianas. Y como la realidad de un país es la acumulación de las acciones de su gente, la cultura define a un país.

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Una de las grandes diferencias que sentí entre la cultura nicaragüense y la japonesa es la creencia en Dios.

Me sorprendía, como a todos los japoneses, escuchar siempre el “si Dios quiere”, el “gracias a Dios”, el “así lo quiso Dios”. Nos sorprende que a la pregunta “¿Cómo estás?”, la respuesta sea siempre “Bien, gracias a Dios”. Para nosotros la salud es algo que nosotros tenemos que cuidar, no algo que Dios decide. Nos sorprende que al saludo ¡Nos vemos mañana!, siga el “Si Dios quiere”. Para nosotros el plan de mañana no depende de Dios, nosotros lo decidimos.

Personalmente, pienso que creer en Dios y atribuir las causas de algunos fenómenos a Dios no es negativo y es cierto que los seres humanos no podemos controlarlo todo. El mundo es mucho más complejo de lo que podemos imaginar y es arrogancia decir que todo depende de nosotros. La creencia en Dios puede brindar paz y tranquilidad y en el imprevisible mundo de hoy necesitamos alguien de quien depender y cuando sufrimos o tenemos dificultades necesitamos de alguien que nos salve.

Mientras la tasa de suicidios en Nicaragua es relativamente baja, en Japón es muy alta. El suicidio es uno de nuestros grandes problemas sociales. Japón es un país industrializado, allí nadie muere de hambre y el seguro social garantiza que todo el mundo tenga lo básico para sobrevivir, aunque no tenga trabajo. ¿Por qué se suicidan entonces? Tal vez porque cuando sufren no tienen quien los salve. En Japón la religión tradicional es el Budismo o el Sintoísmo. Sin embargo, hay poca gente creyente.

Creer en Dios y atribuirle a Dios lo que sucede puede ser positivo, pero también puede ser dañino. No podemos evitar un terremoto, pero sí podemos mitigar sus efectos. No podemos eliminar la posibilidad de padecer enfermedades, pero sí podemos prevenirlas.

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Lo importante es que no todo depende de Dios. Los seres humanos podemos controlar muchos aspectos de nuestra vida, aunque no todos. Y los pobres no son pobres porque así lo quiera Dios. No se puede usar el nombre de Dios como pretexto para no esforzarse en salir de la pobreza.

Hay que confiar en Dios, sí, pero después de haber hecho todos los esfuerzos de nuestra parte.